domingo, 11 de mayo de 2014

Cómo ayudar a los niños a manejar el estrés



¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos a manejar los factores de estrés de la vida diaria?

En los niños mayores, las presiones pueden provenir de una serie de fuentes: del niño mismo y de los padres, los maestros, los pares y la sociedad más amplia en la que vive el niño. La presión puede tomar muchas formas que son un desafío para los niños y a las que deben responder o, a menudo, adaptarse. Se trate de eventos con consecuencias duraderas, como el divorcio de sus padres, o simplemente de una complicación, como perder su tarea escolar, estas exigencias o factores de estrés son parte de la existencia diaria de los niños.

Los niños reciben bien algunos eventos y son capaces de adaptarse a ellos con relativa facilidad. Perciben otros eventos como amenazas a las rutinas diarias propias o de la familia, o a su sensación general de bienestar. Estos factores de estrés son más problemáticos. La mayor parte del estrés que enfrentan los niños está en el medio entre estos dos puntos. No es bienvenido pero tampoco es gravemente perjudicial, sino que es parte de aprender las lecciones de la infancia y aprender sobre ellos mismos.

También es posible que tener amigos, tener éxito en la escuela, combatir la presión de sus pares o superar un impedimento físico sean precocupaciones para los jóvenes. Cualquiera sea su forma, si el estrés es demasiado intenso o duradero, a veces puede tener repercusiones en los niños. Las concentraciones de eventos estresantes parecen predisponer a los niños a enfermarse. 

Los eventos importantes, especialmente los que cambian la familia de un niño para siempre, como la muerte de uno de los padres, pueden tener efectos duraderos en la salud y el bienestar psicológicos de los niños. Los factores de estrés diarios de poca importancia también pueden tener consecuencias. Pueden contribuir a la falta de sueño o apetito. Los niños pueden enojarse o volverse irritables, o sus calificaciones en la escuela pueden verse afectadas. Su comportamiento y sus ganas de cooperar pueden cambiar.

Cómo los diferentes niños sobrellevan el estrés

El temperamento de los niños varía y, por lo tanto, estos son bastante diferentes en su capacidad para enfrentar el estrés y los problemas diarios. Algunos niños son de trato fácil por naturaleza y se adaptan fácilmente a los acontecimientos y a las nuevas situaciones. A otros, los cambios en sus vidas los desestabilizan. Todos los niños mejoran su capacidad de manejar el estrés si han tenido éxito al manejar desafíos anteriormente y si sienten que tienen la capacidad y el apoyo emocional de la familia y los amigos. A los niños que tienen un sentido claro de su capacidad personal y se sienten amados y apoyados, generalmente, les va bien.

Seguramente, la edad y el desarrollo de un niño ayudará a determinar cuán estresante puede ser una situación determinada. Cambiar de maestros en la mitad del año puede ser un evento importante para un niño en primer grado, y apenas una molestia para un niño en sexto grado. Ser de baja estatura puede ser un problema poco importante para un niño de 5 ó 6 años, pero una fuente de vergüenza diaria para un adolescente. Cómo un niño perciba el estrés y responda a él dependerá, en parte, del desarrollo, en parte, de la experiencia y, en parte, del temperamento individual de un niño.

Irónicamente, muchos padres creen que sus hijos en edad escolar no se dan cuenta de los factores de estrés que los rodean y que, de alguna manera, son inmunes a ellos. Después de todo, sus hijos no solo tienen cubiertas todas sus necesidades básicas, sino que, tal vez, también tienen una habitación llena de juguetes, amigos con quienes compartirlos, mucho tiempo para jugar y un cronograma lleno de actividades extracurriculares.

Sin embargo, los niños son muy sensibles a los cambios a su alrededor. En especial, son sensibles a los sentimientos y las reacciones de sus padres, aunque esos sentimientos no se comuniquen directamente con palabras. Si uno de los padres pierde el trabajo, los niños tendrán que ajustarse a la crisis económica de su familia. No solo deben lidiar con los cambios evidentes de presupuesto de la familia, sino también con los cambios en los estados emocionales de sus padres. Es posible que los niños tengan que enfrentarse con un bravucón en el área de juego o parque de recreo, una mudanza a un nuevo vecindario, una enfermedad grave de uno de los padres o la decepción que provoca tener un mal rendimiento deportivo. Podrían sentir una presión fastidiosa y constante para vestirse de la manera “correcta” o lograr altas calificaciones que los puedan poner en la vía rápida hacia la universidad “correcta”.

El estrés y los niños mayores de hoy

Algunos psicólogos piensan que los niños mayores de hoy, en verdad, se enfrentan a más estrés que los niños de generaciones anteriores, y tienen menos apoyos sociales disponibles. El cambio en la estructura familiar, que pasó de familias grandes, extendidas y que brindaban apoyo (que incluía a ambos padres, los tíos y los abuelos) de generaciones previas a la alta incidencia actual de familias de padres divorciados, familias monoparentales y familias postizas, ha alterado drásticamente la experiencia de la infancia. Millones de jóvenes deben ajustarse a dichos cambios.

Incluso en las familias intactas y estables, la creciente cantidad de familias con dos padres que trabajan, a menudo, fuerza a los niños a pasar más tiempo en programas extraescolares o solos en sus casas. Para algunos niños, esta falta de tiempo con sus padres es bastante estresante. También lo es la responsabilidad de cuidarse a sí mismos y de cuidar el hogar de la familia y, a veces, cuidar a un hermano menor después de la escuela.

Muchos niños y sus familias se estresan por las múltiples actividades que ocupan el “tiempo libre” de los niños. Los niños con un cronograma sobrecargado y poco “tiempo para descansar” pueden terminar exhaustos.

Los niños de hoy en día también están creciendo en una era en la que se los expone a violencia y a la presión de los pares acerca de la actividad sexual y el consumo de drogas. También se les advierte que tengan cuidado de los secuestros, el abuso sexual y otros delitos. Esta sensación de que viven en un mundo inseguro es una fuente de estrés constante para algunos niños. En resumen, los jóvenes de hoy en día se enfrentan todo el tiempo a desafíos a sus destrezas de afrontamiento y, a menudo, se espera de ellos que crezcan demasiado rápido.

Estrés bueno y malo

No todo el estrés es malo. Las cantidades moderadas de presión impuestas por un maestro o un entrenador, por ejemplo, pueden motivar a un niño a mantener altas las calificaciones en la escuela o a participar más en actividades deportivas. Manejar con éxito situaciones o eventos estresantes aumenta la capacidad de un niño de sobrellevarlos en el futuro.

Cuando el estrés es continuo o particularmente intenso, tiene repercusiones tanto en la psiquis como en el cuerpo. Los eventos estresantes repentinos acelerarán la respiración y los latidos de su hijo, le contraerá los vasos sanguíneos, le aumentará la presión arterial y la tensión muscular y, tal vez, le causarán malestar en el estómago y dolores de cabeza. A medida que persiste el estrés, podría ser más susceptible a enfermedades y tener fatiga, pesadillas, bruxismo (rechinar los dientes), insomnio, berrinches, depresión y puede irle mal en la escuela.

Fuente Caring for Your School-Age Child: Ages 5 to 12 (Copyright © 2004 American Academy of Pediatrics) La información contenida en este sitio web no debe usarse como sustituto al consejo y cuidado médico de su pediatra. Puede haber muchas variaciones en el tratamiento que su pediatra podría recomendar basado en hechos y circunstancias individuales.

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